Voy a comenzar este post con dos citas:
«Solo aprendiendo a decir no podemos concentrarnos en las cosas que realmente importan» Steve Jobs
«Si hubiera hecho caso a mis clientes les habría dado un caballo más rápido» Henry Ford
Creo que estas dos frases resumen prácticamente todo lo que te quería contar en este post, pero voy a arriesgarme y hablar de mi experiencia personal, con la esperanza de que lo que me pasa a mi pueda ayudarte a ti.
Llevo desde los 18 años currando. Comencé haciendo encuestas a pie de calle, trabajé también como camarero, como agente de adquisición de espacios para instalaciones, organizando instalaciones y obras en calles, como financial controller y he tenido varios negocios.
Todo ello me ha llevado mucho tiempo.
Mucho.
Y de todo ello he aprendido por supuesto que sí.
Sin embargo, ahora, y con la perspectiva de la edad me doy cuenta de un error crucial.
Un error que he ido cometiendo a lo largo de mi carrera profesional. Un error que poco a poco en los últimos años he intentado cambiar. Más que nada por la necesidad. Más que nada por la falta de tiempo.
Decir sí a todo.
Solía ser un tipo bastante complaciente.
Con esto me refiero a que cuando me llegaba una petición de cualquier tipo, intentaba solucionarla de la forma que fuera. Actuaba digamos como ventanilla única.
Este modo de actuar no está mal. Te ayuda a aprender muchas cosas porque actúas en muchos campos a la vez y digamos que llegas a más cosas.
No está mal.
Cuando tienes tiempo para hacerlo.
Porque este modo de actuación consigue que disperses tu atención más allá de lo que realmente importa para ti, para tu trabajo y ojo: para lo que los demás esperan de ti.
Cuando tienes tiempo, puedes actuar como ventanilla única. Ayudas a la gente y además aprendes. Todos ganamos
El problema es que cuando no tienes tiempo, al actuar como ventanilla única haciendo cosas que no importan realmente, o al menos no encajan dentro de tus objetivos. Estás eligiendo mal.
Sí.
Como tu tiempo es limitado. Si elijes hacer esto, al mismo tiempo estás eligiendo dejar de hacer otras cosas que sí te importan.
Y esto es un problema para ti.
Decir que si a todas las peticiones es la forma más sencilla de actuar. Las personas suelen evitar los enfrentamientos. Es algo incómodo, y muchas personas ni siquiera se plantean decir no porque no tienen el valor para dar la cara, para enfrentarse. Deciden que la mejor opción es el sí.
Pero no es la mejor opción.
Decir sí suele suponer demorar las cosas, complicarlas y acabar trabajando en cosas en las que no crees y que además no te aportan.
Ahora actúo bajo esta premisa: analizo cualquier petición que me realizan, si esa petición aporta más valor a las actividades que realizo, voy a por ella con todo lo que tengo. Si no tiene sentido, me va a hacer perder el tiempo sin generar un resultado o simplemente puedo dedicar mi tiempo a algo que aporte más valor, digo que no.
Has de tener clara una cosa: el cliente no tiene siempre la razón, igual que tu jefe tampoco la tenía cuando te forzaba a tomar alguna decisión.
No.
Y no estoy hablando de que seas desagradable o que rechaces algo de malas maneras.
Claro que no.
Estoy hablando de que actúes como lo que eres. Una profesional. Una experta en tu campo que trata de ser sincera con su cliente diciéndole que su petición no tiene sentido.
Seguramente le convenzas, porque la gente suele actuar con sentido común.
Y si no le convences, recomiéndale un competidor.
Tú debes estar satisfecha con tu trabajo, y ese trabajo debe estar realizado para aumentar el valor que le ofreces a tu cliente. Claro que sí. Y muchas veces te tocará explicarle a tu cliente por qué tu solución es mejor que la suya.
Porque sí.
Porque tú eres la experta.
Hazme caso, Aprende a decir no por defecto y ganarás tiempo para darle mayor valor a tus clientes. Que es lo que realmente importa.