¿Se llevan igual las cuentas de un negocio que las finanzas personales? ¿Tiene algo que ver la gestión empresarial con la economía doméstica? ¿Cuáles son las principales diferencias entre la forma de llevar el dinero entre un empresario y un particular? Vamos a procurar responder a esas preguntas repasando las divergencias claves entre las dos maneras de gestionar las finanzas.
Magnitudes y complejidad
La primera gran diferencia que hay entre la gestión de las finanzas personales de un particular y la gestión empresarial tiene que ver con la magnitud del dinero involucrado y la complejidad de los procesos. Ya solo por esto podemos decir que no se llevan igual las cuentas de un negocio que las finanzas personales.
La economía doméstica es un entorno estable y conocido
En la inmensa mayoría de los casos, los particulares tienen un ingreso fijo (salario) y gastos recurrentes (alquiler, hipoteca, suministros, alimentación…). Eso conforma un entorno muy estable, con pocas variaciones notables.
Por lo tanto, es muy fácil planificar a medio y largo plazo. Es recomendable hacer un seguimiento formal de los gastos para ahorrar. También es preferible seguir con atención la rentabilidad de las inversiones. Pero, como en general es un entorno estable, la mayoría de las personas lo lleva informalmente, de cabeza.
Un negocio implica estar en un entorno con muchas variables desconocidas
A diferencia de un asalariado, que sabe que puede contar con una nómina fija cada mes, el empresario no dispone de ninguna seguridad sobre las ventas que hará en el futuro.
Si cuenta con pedidos, puede tener cierta información sobre las semanas y meses venideros, pero más allá, el desconocimiento es importante. Además, muchos negocios cuentan con variaciones estacionales significativas.
Otra diferencia respecto a los ingresos de un particular, es que en un negocio suelen ser múltiples, con un gran número de facturas y cobros por gestionar.
Los gastos son más fáciles de estimar, pero la naturaleza mucho más compleja de una empresa también implica imprevistos. La gestión de un equipo humano, o tener que contar con un gran número de proveedores, hacen que se multipliquen las posibilidades de incidencias y gastos adicionales.
El asalariado cuenta con una nómina fija, el empresario no tiene ninguna seguridad, esto hace que su forma de gestionar las cuentas cambie radicalmente y entre en juego la planificación económico financiera
¿Qué podemos aprender de esa diferencia?
Un empresario tiene que ser consciente de la importancia de la planificación y del seguimiento de resultados. Es fundamental disponer de herramientas como un plan de empresa para lanzar el negocio, y un presupuesto mensualizado para seguir la evolución de la actividad.
Disponer de un cuadro de mando permite reducir la incertidumbre, identificar problemas antes de que se conviertan en amenazas, y aprovechar oportunidades.
El apalancamiento en finanzas personales y en gestión empresarial.
El apalancamiento es la relación entre el capital propio invertido y el crédito obtenido en una operación financiera. Se llama así porque el uso del crédito tiene un efecto palanca, que permite invertir más dinero que el disponible.
Una herramienta peligrosa en finanzas personales
Un particular se puede apalancar de muchas maneras.
En algunos mercados financieros, como el Forex, existe la posibilidad para una persona de multiplicar el impacto de sus inversiones decenas, incluso cientos de veces.
Por ejemplo, si realizo una operación con un beneficio del 2% con un apalancamiento de 20, obtendré un 40% de beneficio. Pero si baja un 2%, habré perdido ese 40%.
De hecho, los mercados que permiten el apalancamiento tienen un sistema de salvaguarda que liquida la posición inmediatamente si la deuda llega a alcanzar el capital invertido.
En el ejemplo anterior, una bajada de 5% implicaría una pérdida de todo el capital, y el cierre automático de la operación. Y me quedaría sin nada.
Se puede apreciar lo peligroso que es usar el efecto palanca.
El crédito al consumo también es apalancamiento
En el caso de préstamos al consumo o de tarjetas de crédito, también existe un apalancamiento, porque se compra más de lo que se tiene. Sin embargo, no se suele hacer un uso productivo. Se recurre a la deuda para adquirir bienes que se consumen o pierden valor casi instantáneamente.
Desde el punto de vista financiero, esos créditos no tienen mucho sentido. El comprador acaba teniendo que pagar mucho más por el producto (por los intereses), y tampoco evita tener que ahorrar. Solamente lo hace a posteriori, y más caro.
La excepción es el crédito hipotecario, siempre que se compre un bien a un precio razonable. El incremento de valor del bien a lo largo del tiempo suele compensar el coste financiero, ya que además los tipos de interés suelen ser bajos.
Una verdadera palanca para un negocio
Cuando hablamos de negocio, el concepto de apalancamiento coge todo su sentido. El propósito de crear una empresa es crear valor. El dinero que se invierte en un negocio sirve para comprar medios y activos que permitirán generar ingresos y beneficios.
Si solo pudiesen emprender aquellos que disponen del 100% del capital necesario para la empresa, sería un freno enorme al crecimiento económico. Muchos no podrían ni empezar el negocio. Otros solo podrían iniciar una actividad a pequeña escala.
Evidentemente, acudir al crédito solamente tiene sentido si hay un proyecto sólido y con buenas expectativas de resultados. Pero, cuando hay un buen proyecto, el apalancamiento es una herramienta excelente para conseguir un mayor impacto y acelerar el negocio.
¿Qué deberías hacer?
- Si eres un particular y tienes deudas de préstamos al consumo o tarjetas de crédito. Deberías saldarlos cuanto antes, empezando a ahorrar y optar por la cancelación anticipada. Además, mantente alejado de la tentación de usar el apalancamiento en inversiones financieras.
- Si eres empresario, no deberías tener miedo al crédito. Si negocias condiciones razonables y usas el dinero para invertir en medios que te permitan crear valor, soportándolo con un caso de negocio, la opción de endeudamiento puede ser la más adecuada. Además, hay muchos productos financieros en el mercado, unos sirven para financiar el circulante, y otros para las inversiones. Es importante que escojas el producto acorde a las necesidades de tu negocio.
Gestión de tesorería
El particular tiene poco poder de negociación
¿Te imaginas decirle a la empresa que te contrata cuando te tiene que pagar la nómina? ¿Te ves hablando con la compañía eléctrica para informarla que quieres pagar con 45 días sus próximas facturas? Un poco difícil, ¿verdad?
Lo cierto es que, como particular, no tienes mucho poder para poder optimizar tu gestión de tesorería. Como mucho puedes solicitar de vez en cuando un adelanto sobre tu sueldo, y quizás tener una de esas tarjetas de débito diferido que te cobran más tarde, sin intereses. Poco más.
La empresa tiene tres ejes para optimizar su tesorería
- Si tienes fuerza en la relación con tus clientes, puedes imponer condiciones de pago muy cortas, incluso lograr cobrar al contado. Y si no tienes esa potestad, siempre puedes cambiar tu modelo de negocio a un sistema de suscripción que te permitirá cobrar antes “de facto”. O dar descuentos por pronto pago, si te interesa más cobrar antes que la rentabilidad.
- Las condiciones que obtengas de tus proveedores también se pueden mejorar. Si tienes una situación de fuerza, puedes alargar el plazo de pago.
- El tercer eje es la optimización de existencias, si tu negocio trabaja con stocks. Cuanto menos tengas, más dinero tienes en caja. Tienes que buscar el punto más óptimo entre disponibilidad del producto y uso de tesorería.
Como empresario, tienes que trabajar mucho sobre esos tres ejes. No voy a detallarlos más, pero tienes más artículos en el blog para tomar acciones concretas para lograrlo.
Si quieres actuar sobre tu tesorería y mejorar tu caja tendrás que actuar o bien sobre tus clientes, o bien sobre tus proveedores o gestionando de forma distinta tus existencias.
Ok, te ha quedado claro que tienes que aprender más sobre gestión. ¿Qué puedes hacer?
El tema es sencillo, de momento, antes de nada, y para que aproveches mejor tu dinero, te propongo un programa de formación que te dará herramientas que podrás utilizar en tu día a día. Pincha en la imagen para decirme donde quieres que te envíe el acceso al programa SMART CONTROL (GRATUITO)
Recuerda que, si tienes un negocio, tienes que separar tus finanzas personales de las del negocio. Aunque seas autónomo, separa las cuentas.
Impuestos
La declaración de la renta
Para un particular, el único impuesto relevante es la declaración de la renta. No es un formulario excesivamente complicado de presentar, aunque hay que reconocer que los términos fiscales utilizados pueden ser un poco difíciles de entender inicialmente.
El formulario 100 de Hacienda tiene decenas de páginas, que cubren muchos casos particulares y deducciones específicas, pero para la mayoría de las personas solo son aplicables unas pocas.
Lo importante es informarse de las posibilidades de deducción, y siempre calcular el resultado de la declaración.
- Para parejas, es buena idea probar si compensa más la declaración conjunta o la individual.
- Para personas que no tienen obligación de declarar, hacer el cálculo permite decidir si se presenta la declaración (en caso de salir a devolver) o si se aprovecha la opción de no declarar (si sale a pagar).
Pero, por lo general, hay poco que hacer para pagar menos impuestos. Se pueden usar las pérdidas bursátiles, o meter dinero en un fondo de pensiones, pero las opciones son limitadas.
La optimización fiscal en la empresa
En el mundo empresarial, en cambio, la optimización fiscal es una herramienta de gestión como muchas otras, y en ocasiones puede tener un impacto muy notable.
El mero hecho de decidir si iniciar el negocio como autónomo o como sociedad puede tener un impacto fiscal significativo.
El autónomo pagar el IRPF (Impuesto sobre la Renta de las Personas Físicas) mientras una sociedad paga el IS (Impuesto de Sociedades). Uno es escalonado, el otro es fijo (principalmente).
Resumiendo mucho, por encima de un cierto volumen de beneficio compensa tener una sociedad, y por debajo es mejor seguir como autónomo.
Pero la optimización fiscal va mucho más allá
Si por ejemplo decides adquirir (o vender) una actividad a una empresa, enseguida vas a encontrarte con distintas opciones. Comprar los activos, comprar el fondo de comercio o comprar la sociedad. Puede que parezca lo mismo, pero en realidad cada opción tiene una fiscalidad diferente. Equivocarte puede suponer pagar cantidades de impuestos muy diferentes.
He citado un proceso de adquisición, pero hay muchos más aspectos, como los procesos de internacionalización, la elección de una implantación geográfica, y mucho más.
El asesoramiento fiscal adecuado siempre es la mejor elección cuando nos enfrentamos a procesos de adquisición, de sucesión, de internacionalización de implantación geográfica y en general, con cualquier decisión de carácter estratégico.
Esas son las cuatro mayores diferencias que vemos entre las finanzas personales y las de una empresa. Hay más. ¿Cuál destacarías?
Este artículo ha sido escrito por Antoine Kerfant, consultor para emprendedores. Antoine escribe cada semana sobre finanzas personales en ideasyahorro.com porque es un tema que le apasiona.
Actúa ahora, pero, por favor, con un método.
Si este artículo para elegir el tipo de empresa adecuado te ha ayudado, puedo contarte más cosas interesantes.
No puedes ser un empresario si no levantas tu cabeza y atiendes a otros aspectos de gestión a los que no estás haciendo ni caso ahora mismo
Hay más herramientas que puedes utilizar y que he agrupado en un proceso sistemático que te permite garantizar que el Sistema de Control de Gestión que tienes en tu negocio es el adecuado, y en caso de que no lo tengas, te acompaña para construirlo. Es lo que he llamado El Método CEbC® y está basado en el Cuadro de Mando Integral creado por Robert S. Kaplan y David P. Norton (El Cuadro de Mando Integral: The Balanced Scoreboard). Si pinchas en la imagen obtendrás más información acerca de este Método que puedes obtener por el precio de una caña: