21 Ago El final del caso Lagasca: nunca avales a nadie para un préstamo.
Nunca avales a nadie para un préstamo. ¿Con este título te imaginas cuál ha sido la resolución del caso Lagasca? ¿Sabes de qué va esta historia? ¿Sabes por qué tengo tanto odio a los avales personales? ¿Y sabes por qué este odio va a ser muy útil para ti?
Si recuerdas, en este post te hablé de los peligros de avalar a un amigo. De los riesgos que tenía dar un aval personal a alguien. Quienquiera que fuera. En él te hablaba acerca de mi experiencia personal y de cómo esta experiencia había hecho que fuera muy reacio a avalar a nadie más en mi vida.
NUNCA
A NADIE.
¿Te ha quedado claro? NUNCA AVALES A NADIE PARA UN PRÉSTAMO.
No voy a contarte de nuevo la historia, porque puedes hacerte una idea leyendo mi post y puedes conocer la historia completa en mi libro No seas Pardillo, pero quiero que te quedes con lo más importante para que sepas de qué estoy hablando y te identifiques si estás en alguna de estas fases.
En 2004 monté un negocio con dos amigos de toda la vida y nos convertimos en socios. Los tres socios nos avalamos mutuamente para conseguir financiación. En 2009 dos de los socios (el Abogado y yo) le vendimos el negocio al tercero (el Bankiero) y seguimos manteniendo el aval bancario por la confianza que había entre nosotros. En aquel momento ni conocíamos todos los riesgos de mantener el aval ni pensábamos que esto podría volverse en nuestra contra. Simplemente le pedimos que al año siguiente nos quitara del aval personal, una vez estabilizara su situación y se encontrara más desahogado.
No lo hizo.
Se lo seguimos pidiendo durante los siguientes 4 años.
No lo hizo.
Así hasta el 31 de Julio de 2014. Es decir, nos tuvo de avalistas personales sin nuestro consentimiento durante más de 4 años. Más de 4 años sabiendo que podían hacernos responsables de algo que había quedado fuera completamente de nuestro área de responsabilidad. Cuatro años sabiendo que el negocio no funcionaba. Cuatro años sabiendo que las cosas no iban bien y sin poder hacer nada. Cuatro años siendo avalistas de una persona que había quebrado nuestra confianza.
Y el 31 de Julio de 2014 recibimos este WhatsApp:
Buenas noticias ¿verdad?
Finalmente había cancelado el aval bancario tal y como le habíamos pedido 5 años atrás. No está mal para tratarse de un amigo&socio. 5 años. Ya se sabe, donde hay confianza…
Esto en la práctica significa que el Abogado y yo ya no tenemos la espada de Damocles sobre nuestras cabezas. Ya no más. El Bankiero ha cumplido con lo que me dijo en su día: que no dejaría que el aval lo tuviéramos que pagar nosotros. Al César lo que es del César.
Sin embargo con una pequeña matización, esto no lo ha hecho motu proprio. Lo ha hecho en el último momento, forzado por la ejecución por parte de la entidad que tenía en sus manos el aval (que imagino que estaría harta de enfrentarse todos los días a un tipo que continuamente daba largas como durante tanto tiempo hizo con nosotros).
Lo ha hecho sí, nos ha quitado, sí. Pero tarde. Muy tarde.
En fin, allá cada uno con su conciencia. Ya lo digo en mi libro:
«No guardes rencor, no merece la pena. Si te has sentido reflejado en este libro porque te ha pasado algo similar mi consejo es el siguiente: olvídalo. Ser rencoroso no merece la pena y además da mal karma»
Esto cierra una etapa de mi vida. Cierra un período durante el que he aprendido mucho, acerca de negocios, de procedimientos administrativos, de procedimientos judiciales, de gestión, de amistad. Doy gracias por todo esto que he aprendido y que podré aplicar desde ya y durante toda mi vida. Cada cosa que he aprendido forma ahora parte de mí y por tanto puedo utilizarlo en cualquier situación que aparezca en el futuro. Tengo ventaja.
Gracias por darme esa ventaja.
Como conclusión de esta entrada: de verdad, lo digo desde el fondo de mi corazón: NUNCA AVALES A NADIE PARA UN PRÉSTAMO. Ni de tu familia, ni amistades y mucho menos a desconocidos. Por supuesto nunca avales con una propiedad, porque estás poniendo en peligro esa propiedad por algo que es posible que no salga bien. Piénsalo un momento, si el banco lo viera claro, no pediría un aval. Si pide un aval es que no lo ve claro. Vale que esto no significa que siempre el Banco tenga razón, pero te da una pista.
Recuerda a más formación en Finanzas Personales más posibilidades de salir adelante y mejorar tu Economía Doméstica. Está en tu mano.
Si te ha gustado la entrada, ayúdame: dale al botón!! y comparte en tus redes sociales.
No hay comentarios