Bajo este título, Métodos para priorizar tareas, hoy escribo esta entrada desde un lugar especial. Un lugar menos racional desde el que suelo escribir y mucho más emocional. Y es que al final no somos solo cabeza, también somos corazón, y hay que saber escucharlo de vez en cuando.
Déjame decirte que acabo de ser padre de nuevo. Hace menos de 1 semana que nació Iván, mi segundo hijo. Puedo decir que con él han venido nuevas cosas, y anticipar que, también gracias a él, se van a ir otras.
Todo aquel que conozco y que tiene dos hijos me ha confirmado que las matemáticas en el caso de los descendientes no funcionan. Me han insistido en que 1 niño + 1 niño no es igual a dos niños. Por alguna suerte de magia maléfica, el resultado es mayor que dos.
Paradojas de la ciencia.
Pero a la vez, también me han comentado que es una experiencia mucho más enriquecedora a nivel personal. Es decir, en román paladino, que sarna con gusto no pica.
Todo esto, unido al hecho de algo que he comentado en muchas ocasiones, la importancia de poner foco y alcanzar niveles de excelencia en todo lo que haces, me ha hecho pensar que necesito eliminar parte de las actividades que realizo actualmente si quiero hacer frente a estas nuevas necesidades.
¿De dónde viene todo esto de tener un hijo más como uno de los métodos para priorizar tareas?
Si 1+1>2 entonces el tiempo que necesito dedicar a mis dos hijos va a ser superior al tiempo que dedico actualmente a mi hija multiplicado por dos. Esto es T1+2 > T1+T2, por tanto voy a necesitar generar nuevos huecos en mi ya apretada agenda para poder cubrir las necesidades de tiempo que ya están apareciendo.
Partiendo de esto, sabiendo que el tiempo es limitado, que mis amigos suelen decirme que gestiono bien mi agenda y que actualmente el tiempo que dedico a mi primera hija, digámoslo claramente, es manifiestamente insuficiente, entonces alcanzo la conclusión de que sí o sí tengo que eliminar cosas de mi agenda.
Y en eso, precisamente, es en lo que estoy.
Iván, mi segundo hijo, me ha hecho ver algo que intuía, que me ha pasado más veces por la cabeza pero que no alcanzaba a definir: hay actividades de las que tengo que prescindir de forma inmediata.
¿Cómo identificar qué actividades no son prioritarias para eliminarlas?
Una vez dicho todo lo anterior, toca decidir qué eliminar. Y aquí si que dispongo de herramientas que me permiten tomar una decisión. En primer lugar he clasificado mis actividades en una matriz de Eisenhower.
En segundo lugar he priorizado en función de mis capacidades. Qué se me da bien y qué no se me da bien.
En tercer lugar he evaluado estas actividades en función de mis clientes. Qué les interesa a mis clientes y qué no tanto.
Y, adicionalmente, he coloreado estas actividades emocionalmente con varios colores:
- verde: me apasiona. Realmente me gusta mucho y disfruto haciéndolo.
- blanco: neutral. Lo hago porque tengo que hacerlo, pero no me transmite ninguna emoción.
- naranja: me consume demasiada energía para los resultados que se obtienen. Me enfada, me genera más frustración que otra cosa.
Ahora sé qué debo eliminar de mi día a día para hacerle hueco a lo que viene. Y sobre todo, he podido identificar de qué debo prescindir para crecer como esposo, crecer como padre y crecer como profesional.
Ahora solo me queda un paso más.
Cuando hablas de métodos para priorizar tareas, si no pones fechas, no vale para nada.
Ya tengo decidido qué voy a hacer. Sé exactamente qué actividades voy a impulsar, cuáles voy a mantener y cuáles, simple y llanamente, voy a eliminar de mi vida. Ahora solo me falta establecer fechas. Dado que estamos en Diciembre, todo es mucho más fácil. La fecha límite será el día 1 de Enero de 2018.
Sigue mi blog con atención porque a partir de Enero de 2018 habrá cambios que buscarán ayudarte a controlar tu negocio y hacerlo crecer.
¿Por qué quiero ayudarte a hacer crecer tu negocio y mantenerlo bajo control?
Porque me apasiona el control de gestión. Porque me gusta mucho darte herramientas para hacer crecer tu negocio. Y porque disfruto haciéndolo día a día.
Eso sí, a partir de esa fecha, habrá otra serie de actividades que dejaré de hacer.
Para avanzar, hay veces que hay que dar un paso atrás, quitar piedras de la mochila y empujar con más fuerza. Iván me ha enseñado esto con menos de una semana de vida viendo como echaba su cabecita para atrá, soltaba aire y volvía a agarrarse al pecho con más fuerza. Es un luchador de una semana de edad.
Imagina lo que aprenderé de él de ahora en adelante.
Ahora te pregunto: ¿Tu hijo o hija te han enseñado algo así?
Por una vez no pienses solo como el controller en una empresa y cuéntame.
Hola José!
Muy interesante vuestro blog, os acabo de descubrir!
La verdad es que yo aún no tengo hijos, pero me preocupa seriamente el tema de la inversión en tiempo y dinero que requieren. No quiero decir que sea un sacrificio o una perdida de recursos; al contrario, pero pienso que mucho de los trabajos actuales no facilitan la creación de una familia. Por cierto, ¿habéis hecho algún estudio/post sobre el coste de los hijos? Solo por curiosidad…
Aprovecho el comentario que yo también tengo un blog donde hablo sobre inversión e independencia financiera; creo que os puede interesar 🙂
Saludos!
Hola Guillem!!
Muchas gracias por dejar tu comentario y pasarte por aquí. He echado un vistazo a tu blog y tiene muy buena pinta!! Lei un artículo hace tiempo respecto a lo que comentas. Te dejo el enlace: http://reportajes.lavanguardia.com/cuanto-cuesta-tener-un-hijo/
Un abrazo!!
Llego con muchísimo atraso a este artículo, pero nunca es tarde para darte la enhorabuena. Yo también tengo dos hijos (casi 3 años y casi 1 año, respectivamente) y te puedo confirmar que 1+1 es muchísimo más que dos. Es una cosa brutal la diferencia, ya te habrás dado cuenta. Cosa loca organizar el curro con ellos… jaja
¡Enhorabuena de nuevo!
Gracias Aurelio!! Ya me voy haciendo a la idea si :-). Las matemáticas no siempre funcionan
Muchas gracias por pasarte por aquí .
Un abrazo!